sábado, 2 de noviembre de 2013

TIRANDO A DAR

Prudencio Exojo - @Exojo

Socialismo

Confieso haber quedado gratamente sorprendido e impresionado. 

Ya sea como turista; en el desempeño de obligaciones laborales o en el ejercicio de cualquier otra misión, cuando alguien tiene la oportunidad de conocer el Estado de Israel, una de las actividades que un ciudadano no debe perderse, es la visita, - más o menos completa y detallada,  - a un Kibutz. 

Lejos están los primeros años del siglo pasado, cuando se fundó el primero de ellos  en el año 1909. Los ciudadanos judíos, huían de la Rusia zarista, donde familias enteras eran aniquiladas en los pogromos. Expulsados de la Europa convulsa de la época y no deseados en buena parte de la sociedad, sufrieron, finalmente, el exterminio de millones de compatriotas en el holocausto nazi.

No pocos, regresaron a la que ellos consideran su tierra. Aquella tierra donde hasta 1948 no obtuvieron,- y no sin múltiples dificultades -, el reconocimiento de un Estado propio.

La vida es un kibutz sigue siendo, a día de hoy, la máxima representación del socialismo. Todos son iguales; sus miembros tienen los mismos derechos y obligaciones y su régimen asambleario, los convierte en auténticos responsables, tanto  del buen funcionamiento interno, como del éxito económico. 

En definitiva, el triunfo o el fracaso del sistema.

Los asistentes a la charla guiada, procedentes de países, culturas y economías distintas, sometieron al interlocutor a un severo interrogatorio. 

Si eran difíciles de entender algunas decisiones comunitarias, - viviendas de superficie reducida, igualdad en las obligaciones y derechos, o el sometimiento férreo a la disciplina comunitaria, más difícil de entender resultó el reparto distributivo de la riqueza. 

                                     Según las necesidades de cada cual. 

Esa fue la respuesta de nuestro conferenciante. A partir de unos valores y principios fundamentales, que no siempre son fáciles de entender por una sociedad capitalista, sus respuestas, eran siempre firmes y convincentes. Aún por cuanto a muchos de los asistentes, se les hacía incomprensible una forma de vida socializada, compuesta por núcleos de población que oscilan entre los 60 y 1200 miembros y un número aproximado de 280 kibutz repartidos por todo el país, - lo cual no representa más allá del 2 % de la población activa - , no dejó de ser interrogado con cuestiones tan variopintas como particulares. Siempre tuvo una respuesta adecuada para cada uno de nosotros, aunque yo destacaría alguna sobre todas las demás.... " no lo intenten comprender desde la óptica de una sociedad capitalista, hay actitudes que no se pueden medir con dinero ". 


Todos asentimos convencidos que con ese pensamiento, un mundo mejor es posible. 

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