domingo, 7 de noviembre de 2010

" Ella "

Cuando ya se ha olvidado hasta  el horario del recreo, y,  tan siquiera recuerdas el nombre de los más golfos de la clase, - aquellos que siempre se adelantaban robándote tu primer amor de adolescencia -, creí que, a estas alturas, ya no recibiría ninguna lección interesante. 

Hacía tiempo que no sentía nada igual.  Un nerviosismo interior que te deja la voz trémula, sintiendo el miedo  que de joven te hacía dudar hasta el infinito. Me apresté a madrugar para recorrer la Península de Este a Oeste. Justo de una orilla a la otra, desde un Mediterráneo tranquilo, sin demasiadas aventuras que contar, hasta un Océano Atlántico que se me antoja enigmático y aventurero, profundo y misterioso,  como el personaje al cual debía conocer. 

El cansancio no debía hacer mella. La hora pactada y el compromiso adquirido debían respetarse.

Santiago bullía. Acontecimientos políticos y sociales tenían alterada la paz urbana de la ciudad. Su casco histórico, los jóvenes estudiantes, peregrinos llegados de los más variopintos lugares, le daban un ambiente cosmopolita como pocas ciudades pueden presumir.

Puntual a la cita, la sala de fumadores del Restaurante Fornos fue testigo silencioso de nuestro encuentro.

Rompió moldes llegando a la hora. Ahí perdí el primer asalto y, posiblemente, quedase noqueado para el resto del combate.

Tras un primer intercambio de miradas, tal vez tratase de averiguar qué se escondía al otro lado del nudo de mi corbata.

Yo, sin embargo, no puede defenderme como quería. El humo de sus continuos cigarrillos cegaba mis ojos y, quizás, nublase mis pensamientos. 

¿ Estábamos,  acaso,  peleando  por " ella " y no queríamos reconocerlo ?

Cenó ligero. Dijo que no acostumbra a hacerlo copiosamente. Yo también. Ahí hubo empate técnico.

Habló de gustos musicales, de cine. Recordamos viejas historias, - comunes en aquellos tiempos,-sea cual fuese el lugar de residencia. A cada paso, me veía perdedor. 

Como si el cambio de escenario me proporcionase un respiro,  en esta lenta agonía de la derrota, de común acuerdo,  decidimos tomar un trago largo.

Escenario, el Corzo. ¡¡ Maldita sea, pero,  si allí es el rey !!.  Qué pinto yo aquí,  cómo puedo aspirar a igualar la contienda, me preguntaba a cada minuto. 

Sólo la ausencia temporal de parroquianos, permitió que " ella " se mantuviera entre nosotros, aparentemente, en una cómoda neutralidad, pero sin poder ocultar que,  el paso del tiempo, engrandecía su ventaja.
 
La llegada de nuevos clientes y amigos,  me permitieron tomar un respiro. Dos copas posteriores, dilataron  mis esperanzas de alcanzar mejor nivel. No obstante, mi adversario, poco a poco, fue consolidando la supremacía y al final...  perdí.  Alvite, tiene  más y mejor  CONVERSACION. 

Gracias, amigo. Volveré para aprender. 


2 comentarios:

  1. Hubiera prestado mis orejas para oir..
    Hubiera dejado mis ojos para ver..
    Me hubiera bastado estar allí..

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  2. para respirar se necesita aire, para amar se necesitan dos personas, para sobrevivir se necesita una amistad.
    en fornos hubo duelo de titanes
    la inteligencia y la cordialida
    por partes iguales se dieron cita
    el humo pruden de alvite no te cego
    mas bien te ilumino,tu ves la gente amiga
    asta en la oscuridad.

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