martes, 10 de abril de 2012

Una tarde ociosa.

La electrónica falló. Aún no sé lo que pudo ocurrir;  sin embargo, circunstancias ajenas a mi voluntad, me han obligado a pernoctar dos noches en mi tierra, Extremadura. Una avería - inoportuna como todas, cuando circulas con la agenda cerrada semanalmente -, obliga a echar mano de la consabida frase, " no hay mal que por bien  no venga ".

Una vez resueltas las modificaciones laborales obligatorias, el ocio, se apodera de ti. Una tarde de hotel, acompañado de un ordenador y una buena conexión a internet, dan mucho de si.

Tanto, como para echar una ojeada a las redes sociales, de las cuales formo parte. Tanto, como para comprobar algunas cosas que me llaman poderosamente la atención.

No hay peor cuña, que la que se obtiene de la misma madera. Que tristeza ha de suponer vivir instalado en la mentira, la obsesión enfermiza por el mal ajeno y la mísera actitud de vilipendiar hoy, aquello que fue deseado ayer. Los anhelos de antaño, son el objetivo de las críticas de hoy. Están verdes las uvas, diría él, tan supuestamente aficionado a Quevedo, aunque desconozca el gusto polisémico y la hipérbole del escritor insigne. 

Personajes de poco fuste, gentes de encefalograma plano, advenedizos filósofos que una palabra paroxítona, la acentúan con tilde, sea cual fuere su grafema consonántico final, - termómetro básico de su poca afición a la lectura y la escasa dimensión literaria de su bagaje cultural. -

Tal vez a ella, la suerte no le sonrió en los juegos de azar, a pesar de estar tocando el bombo de la lotería durante más de tres lustros. 

Señor, perdónalos, porque tal vez, no sepan lo que dicen. 

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