Prudencio Exojo (@Exojo) //   Realidad virtual.
A quién culpamos de la situación política por la que atraviesa nuestro País entendido, al menos a día de hoy, como el único que jurídicamente certifica nuestra nacionalidad.
Si la política es el arte de engañar al ciudadano, envolviéndole en promesas que jamás tendrán cumplimiento y por tanto, éste, en virtud de una utopía siempre inalcanzable, no percibe como real la manipulación a la que está sometido, la frontera entre héroes y villanos, radicará únicamente en tener un Boletín Oficial recaudatorio o ser sujeto contribuyente.
Tal vez por ello, sea tan deseada una posición en la primera parte.
Estamos inmersos en un pozo de falsedades donde la verdad nunca es nítida, clara ni concreta. Siempre está sutilmente adornada por sugestivos argumentos que, a la larga, justificarán el por qué de una acción ominosa.
Partidos políticos que parecen jugar un interminable set tenístico. Golpes de revés, bien colocados, potentes, ajustados a la cruz, donde más daño se le hace al rival, son increíblemente restados con un derechazo paralelo a la línea, colocando la bola allí dónde resulta inaccesible. Es el mismo deporte desde hace años y con el mismo resultado. Una veces, el triunfo se decanta hacia un lado y más temprano que tarde, el rival adopta y busca una mejor preparación, más agresiva, siempre en pos de un único objetivo, mejorar algunos aspectos de su formación y conseguir dominar al contrario.
Es la alternancia, pero ¿ qué cambiamos ? Nos cuesta progresar hacia una meta clara, previamente establecida, consensuada, con un horizonte común donde la línea, – aunque inalcanzable como todos los horizontes -, su definición y existencia, sean claramente visibles. En definitiva, que el objetivo pueda estar a nuestro alcance.
Alentar esperanzas con argumentos sesgados, faltos de rigor y carentes de fundamentos económicos, puede acarrear el mismo riesgo que supone la extracción mineral en algunos yacimientos. No sabemos y por tanto no podemos evaluar, el riesgo que comportan los factores imprevisibles. Sus múltiples variables, encierran una incertidumbre que debería hacernos reflexionar con serenidad.
Tal vez, valga la pena cuantificar los riesgos y meditar bien las intenciones, sabiendo apartar los deseos personales, del sentimiento colectivo.
En el tenis, el enfrentamiento es individual. La lucha, se produce cuerpo a cuerpo y, generalmente, se impone el mejor.
No ocurre lo mismo en política.