sábado, 3 de marzo de 2012

The Alamo

Ha llovido mucho desde la primera vez que visité los EE. UU.

Es un país que me fascina, su gente, las ciudades, esos paisajes míticos,  las imágenes cinematográficas que guardamos en nuestra retina como fotografías imborrables, pegadas al álbum de nuestra vida.

Lejos quedan aquellos recuerdos del primer viaje a Nueva York. Tanto, que ya no me impresionan sus luces neón como antaño. Time Square, lo dejo siempre para la noche. Cuando viajo acompañado, en labores de " guía " privado,  el resplandor de sus luces, tres calles antes de arribar a la mítica plaza, impresionan a cualquiera, como en su día ocurrió conmigo. Cumplí una promesa, sencilla, banal, cateta, pero reivindicativa.

Los dulces de mi tierra, esas perrunillas de Extremadura que me alegran un café con leche mañanero, fueron testigo de mi primer viaje. Paco Martinez Soria, fue el mejor exponente de un cine español, hecho en época de penurias y escasez, horas extras y una España en crecimiento. Fútbol a gritos y largos silencios políticos. Yo también hice lo mismo, pero sin rodar película alguna. Plantado en la 5 th. Av., esquina con cualquier calle cercana a la mítica y luminosa plaza, di cuenta de unas fantásticas perrunillas de mi tierra, pronunciado en silencio una promesa. Lo conseguí.

Más tarde, vinieron otros viajes. Vacaciones con amigos, desplazamientos profesionales, interés en conocer aquellos lugares que siempre destacaban en los medios de comunicación.

Igual que me ocurre con la ciudad de los rascacielos, hoy en día,  ni la noche en Ocean Drive me aporta nada interesante. Miami beach, con sus hoteles playeros,  restaurantes y terrazas poblados de hombres y mujeres espectaculares, mirones, exhibicionistas,  macarras y horteras conduciendo vehículos pintados de formas y colores, que harían sonrojar al más fanático admirador del tunning, insisto, salvo la búsqueda y compra de una prenda veraniega, imposible de encontrar en muchos lugares del mundo, pocas cosas me harán suspirar por una visita a la capital de Florida.

Luego, vinieron ciudades emblemáticas como San Francisco y Los Angeles. Un recorrido por la costa oeste, visitando San José Obispo y Santa Mónica entre otros lugares conocidos.

Las Vegas, siempre esplendorosa. Tanto de día como de noche. Espectáculos de agua, luz y sonido, que la magia del cine ha dejado impresa para siempre entre nosotros.

Hubo otros viajes, todos ellos, - con recuerdos imborrables - pero el destino, no me había llevado nunca a un enclave mítico para mi. En la ciudad de San Antonio, en el estado de Texas, se encuentran los vestigios de la fortaleza de El Alamo. La historia está escrita y no seré yo el que abunde en ella. Las películas rodadas relatando la legendaria resistencia, son conocidas sobradamente. Por tanto, en la red, hay mil y una versiones que ayudarán a conocer la historia de una forma exhaustiva y rigurosa.

Sin embargo, nunca he estado allí. Mañana, gracias a un regalo muy especial, pongo rumbo a ese destino. Algunos amigos tienen la " culpa ". Yo, me limito a cumplir con el mandato que me dieron, pero, desde aquí, me gustaría dejar escritas estas cuatro lineas, que sirvan de agradecimiento a todos aquellos que un día, se propusieron convertir otro sueño en realidad.

Sólo a ellos les debo ser feliz hoy. Sólo a ellos lo quiero agradecer.

2 comentarios:

  1. Pruden, disfrutad vuestro soñado viaje. Un abrazo.

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  2. Gracias , Javier . Seguro que así será. Todo está dispuesto y preparado

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