sábado, 19 de mayo de 2012





La ingente cantidad de noticias que el lector puede recibir hoy en día a través de cualquier medio, convierte en complicado ejercicio el rito de elección, para someterla públicamente a debate o crítica.


Sistémicos o no, debemos afrontar, periódicamente, el noble reto de opinar sobre alguno de los innumerables acontecimientos que nos afectan a diario. La noticia más candente hoy, se convierte en obsoleta mañana, porque la actualidad, devora y fagocita a la anterior. 


Recientemente, deuda, prima de riesgo, recortes económicos, reformas financieras y zona euro, forman nuestro diccionario básico. Es inevitable no caer en la tentación de leer un comentario económico más o menos interesante, una crítica - acertada o no -, sobre las últimas medidas adoptadas por el Gobierno español, el BCE, Bruselas o el FMI. Sin descartar informes privados que avivan el fuego de cualquier tertulia política o financiera ( BBVA ). 


Por eso, cualquier informe “ menor “ que vea la luz pública, parece estar condenado a un ostracismo informativo que, en época de bonanza y en ausencia de escándalo, sería titular a cuatro columnas en la prensa nacional escrita. 


Se ha publicado recientemente, en fecha 19 de abril, un informe económico, que cuestiona la continuidad con nuestro plan expansivo en la red ferroviaria del AVE. Tanto por la procedencia, ( RACC ) , como por sus objetivas intenciones, se antoja sospechosa, la fortuita aparición del informe en estos momentos. El documento, es prolijo en datos. Técnicamente, puede – y debería – estar confeccionado con el rigor que un ente como el emisor, está obligado a mantener pero, la pregunta final que el lector debería hacerse es, ¿ debemos seguir con el dispendio ?


Curiosamente, ese es el título del artículo. Alta velocidad en España, ¿ seguir con el dispendio ?


El déficit en algunas líneas del AVE, es ecoluente. No haría falta ser ningún experto económico para intuirlo. Una tasa de ocupación baja, una densidad de población entre dos puntos escasa, son factores determinantes para establecer su nula rentabilidad en términos económicos pero, aquí, es dónde deben invocarse los tres principales propósitos de la Hacienda Pública, ASIGNACION, REDISTRIBUCION y ESTABILIZACION.  


El primero, tiene por objetivo efectuar los ajustes para conseguir una asignación eficiente de los recursos económicos.  


El segundo, corregir la distribución de renta y riqueza, resultantes de la actuación del mercado, con el fin de lograr una distribución más justa. 


El tercero, garantizar el funcionamiento estable de la economía, ayudando a la consecución de niveles de crecimiento y desarrollo adecuados. 


Sólo así, actuando el Estado como garante de estos propósitos, podremos todos los españoles disfrutar de igualdad tanto en educación, sanidad, como infraestructuras o vías férreas de alta velocidad. 


Los atributos invocados por el Presidente de una Comunidad Autonóma, en respuesta a la negativa expansionista de otro dirigente político, no están contemplados en nuestra Constitución. La igualdad de todos los españoles, si.


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