viernes, 12 de octubre de 2012



Prudencio Exojo (@Exojo) //    El estado, igual que yo.
Algo más de 213.000 millones de € en deuda pública, le vencen a España hasta el 2015.
Son compromisos económicos avalados por un Estado que, ineludiblemente, debe afrontar, para que con posterioridad, pueda continuar manteniendo un nivel de credibilidad que, a su vez, le permita volver a emitir deuda, obtener liquidez y atender los compromisos de gastos inmediatos.
Un círculo vicioso maldito del cual, si no escapa, se volverá contra sí mismo, desangrando las arterias por las que circula el poco crecimiento económico que genera, volviendo al origen del mal y que, sin duda, no es otro que la necesidad de atender los compromisos adquiridos en forma de obligaciones sociales, mandamiento que como responsable del bienestar de sus ciudadanos, está en la obligación de cumplir.
Sueldos, pensiones, enseñanza, atención sanitaria y prestaciones sociales, son los ingredientes del menú económico/financiero que el Gobierno engulle a diario.
Por eso, el pasado fin de semana, cual solistas desafinados, un coro de “ expertos “ comentaristas, plumillas del papel salmón y radiofonistas de pro, entonaban la misma canción, el rescate si, el rescate no, como nuestra famosa y conocida “ parrala “.
El no cumplimiento de la profecía, -aunque sea temporalmente-, obliga a reflexionar. ¿ De verdad todo el mundo está informado de las situaciones internas del Gobierno ?
En lo que si hay unanimidad nacional, es en la necesidad de reducir “ grasa “, – no entendida como manteca, unto o sebo de animal -, sino como excesiva acumulación de obligaciones económicas en el conjunto del Estado. Ahora bien, en qué parte del cuerpo necesita un retoque estético ?. Abdomen, piernas, brazos, papada, glúteos o tal vez una sutil reducción armónica en cada una de las partes de nuestro orondo físico ?.
Hasta ahora, creíamos poseer una figura atlética, esculpida en gimnasios de lujo, cuando en realidad, estábamos adquiriendo una obesidad cuasi mórbida. No importaba esa prominencia, lo relevante, era presumir de gordura, falso síntoma de salud de hierro, cuando se ha tenido un cuerpo famélico durante décadas.
Por eso, afirmo con rotundidad. El Estado y yo, tenemos el mismo problema, debemos perder peso.
A mi, el Nutricionista, me cuesta 30 € al mes.

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